Fotógrafos son aquellas personas que se denominan fotógrafos a sí mismos. A veces soy fotógrafa, a veces una persona más con una cámara colgada al cuello. Mis primeras fotografías surgen desde el anonimato como un intento para definir mi historia familiar. No sé en qué momento desvié la mirada hacia el resto de individuos y objetos que se encontraban ajenos a los cumpleaños y a las reuniones de amigos.
Podría contarte mil cosas acerca de mí como por ejemplo en qué universidad me licencié, cuál fue mi primera cámara, qué lugares he fotografiado… pero en vez de eso y para no aburrirte demasiado, iré directa al grano y te contaré lo que considero realmente importante sobre mi y sobre mi trabajo:
Adoro mi trabajo, es más, yo no lo considero un trabajo, más bien es una parte imprescindible de mí. Hacer fotografías siempre me ha ayudado a contar a los demás lo que en la mayoría de los casos no podría explicar con palabras. Para mí la fotografía es algo más que una cara bonita y una buena luz. Goethe dijo una vez “Todas las formas, si se las sabe mirar, son hermosas”.
No importa tu aspecto físico ni tu experiencia ante la cámara, lo importante es que seas tú y te muestres como eres. Cada ser es extraordinario. Cada uno de nosotros somos únicos y eso ya es lo suficientemente valioso como para ser fotografiado. No te preocupes por las poses. Las fotografías serán naturales, lo importante es que te reconozcas y te reconozcan en ellas, no que actúes para “salir bien”, para eso ya tienes tu móvil y los selfies.
En cada reportaje conozco gente nueva en situaciones distintas y me he dado cuenta de que lo verdaderamente esencial para hacer una gran fotografía se resume en dos cosas: estar atenta a ese momento en el cual algo maravilloso sucede y tener la grandísima suerte de estar ahí para inmortalizarlo con mi cámara. Sólo si tú me lo permites, querido desconocido, podré inmortalizar ese instante que quedará impreso en un álbum para toda la vida o enmarcado sobre una mesita de noche durante años.